VIVENCIAS DE UN INFANTE DE MARINA
PRIMER CRUCERO DE INSTRUCCIÓN BE-11 SIMON BOLIVAR.
A mediados de 1981 regresaba, junto a mi familia, de efectuar el curso de
Guerra Anfibia en la Escuela de Guerra Anfibia en la base de la Infantería de Marina
en Quántico, Virginia, USA.
Al llegar a la División de Oficiales fui informado que para el 14 de julio
debería presentarme en el Buque Escuela Simón Bolívar para formar parte de la
tripulación que efectuaría el primer Crucero de Instrucción como oficial
encargado de los oficiales recién graduados de Alféreces de Navío de la Escuela
Naval de Venezuela.
Dicho crucero de instrucción se iniciaría el 19 de julio saliendo del
puerto de La Guaira con destino a Maracaibo donde llegaríamos para celebrar el aniversario
del Nacimiento del Padre de la Patria, Batalla Naval del Lago de Maracaibo y
Día de la Armada.
Una vez cumplida la misión zarpamos el 25 de julio para iniciar el
recorrido que nos llevaría a las ciudades de Bath y Pormouth en la Costa Este
de los Estados Unidos de América, San Juan de Puerto Rico en la isla Borinquén
y Santo Domingo en la Republica Dominicana.
El primer tramo de navegación eran 19 días sin ver tierra. Nuestro buque de
vela contaba con todas las comodidades para efectuar esa travesía y los jóvenes
oficiales aprenderían el oficio de todo experto en navegación a velas.
Fue una excelente oportunidad para conocernos y si bien la rutina hastía,
el comando del buque programaba actividades para romper con la monotonía. Los
domingos teníamos la santa misa, a bordo teníamos un conjunto de música llanera
que nos deleitaba en las tardes dominicales, nos podíamos vestir de civil ese
día, excepto el grupo de guardia y si había la posibilidad, se programaba una
comida al aire libre.
En las noches podíamos conversar con nuestros familiares, gracias a la
ayuda de los radioaficionados, quienes gentilmente llamaban a nuestras casas y
hablamos por radio con ellos.
En una oportunidad, el Comando fondeo el buque y nos autorizó para bañarnos
en el mar, fue una experiencia extraordinaria, nos informaron que estábamos a
la altura de las Bahamas. Nos montábamos en un mástil y desde allí nos
lanzábamos al mar y subíamos por una escala colocada por el lado de estribor.
Ahora, ya adulto, viendo por el canal Discovery Chanell la cantidad de
tiburones que recorren las costas gringas en esas aguas frías, lo hubiera
pensado dos veces para hacerlo pero en aquella época tenía 31 años y el peligro
para nosotros no era algo prioritario.
Durante esa travesía fuimos bautizados por el Rey Neptuno, una actividad que
es rutina en las unidades flotantes cuando llegan nuevos tripulantes.

Durante los almuerzos invitábamos a cuatro de los jóvenes oficiales y al
finalizar el mismo había un tiempo para hacerles preguntas y comentarios sobre
su experiencia a bordo.
Los oficiales que no estaban de guardia, descansaban o se les dictaban
conferencias sobre diferentes tópicos de la vida en el buque o de su futura
experiencia como oficiales en las unidades a bordo o en tierra.
El peor momento que vivimos fue una tarde en que nos encontrábamos
efectuando las tertulias vespertinas que hacia el Comandante de la unidad con
los oficiales disponibles y escogíamos un tema y lo discutíamos. De repente se
nos presentó el oficial de guardia, en una situación de desespero y le pidió al
Comandante subir al Puente porque había una tormenta que estaba azotando al
buque. Al subir a cubierta la situación era muy grave, el cielo en la tarde
completamente negro, un viento de tormenta, la lluvia inclemente, el buque
completamente escorado y pensábamos que podía ocurrir lo peor. Los cabos de las
velas tensos y no había forma de aflojar las velas. Se tuvo que mandar a cortar
los cabos e inmediatamente el buque asumió una posición estable. Fue un susto
mayúsculo y espero que mis compañeros de la flota hagan algunas observaciones
sobre detalles en la terminología que no domino a plenitud.
La llegada a los puertos era una gran experiencia, desde alta mar éramos
recibidos por todos los yates, barcos, lanchas y veleros de los puertos que
visitábamos. Los remolcadores nos escoltaban lanzando chorros de agua de mar al
aire y en tierra había una banda y la gente de las ciudades y pueblos cercanos.
Al desembarcar nos preparaban visitas guiadas, recepciones y tiempo
personal para cualquier actividad que deseáramos realizar.
Siempre se hacía una recepción a bordo del buque para agradecer las
atenciones recibidas.
Cuando íbamos a zarpar de Puerto Rico hacia Santo Domingo tuvimos un
tripulante de honor. Se embarcó Don Juan de Borbón, padre del Rey de España
Juan Carlos, quien abdico sus derechos al trono para que su hijo fuese Rey
cuando muriera el dictador Francisco Franco.
Pensábamos que iban a ser unos días de mucha seriedad pero resulto lo
contrario. Este Sr fue una persona sencilla, amable, respetuosa, jocosa. Nos
contó toda la historia de su vida. Fueron cuatro días de feliz travesía. Lo
único malo fue que no se nos permitió toma fotográfica.
Al llegar a Santo Domingo, Don Juan de Borbón y su ayudante desembarcaron,
cumplimos con las actividades programadas y el último día cuando se iba a
realizar la recepción abordo, ocurrió en Venezuela el fallecimiento del
expresidente Don Rómulo Betancourt, motivo por el cual se suspendió la
actividad. Zarpamos y arribamos a Venezuela el 12 de octubre.
El zarpe y el atraque en la Guaira fueron dos acontecimientos muy emotivos,
que hasta las lágrimas salieron a brotes. Ver a nuestras esposas, madres,
hijos, familiares despidiéndonos o recibiéndonos es muy emocionante. Escuchar
el alma llanera y el himno nacional le eriza el cuerpo a cualquiera.
Con este viaje finalizo una gran experiencia naval que me llevaría a mi
nuevo destino que sería la Escuela Naval de Venezuela.
Regresar a la escuela que te formo y poder influir en los jovenes cadetes y guardiamarinas que seran la nueva sangre que retroalimentara a tu institucion es una gran experiencia que marcara y formara a estos futuros oficiales, con las excepciones que amerita el caso.
ResponderEliminarUn honor haber compartido la vivencia de ese crucero; también visitamos a la ciudad de Nueva York y ha sido publicada una foto, de la cual conservo un original, del paso del BE-11 al frente de las Torres Gemelas. El almuerzo con el Embajador Venezolano en USA, el Gral Paredes Bello y no podía faltar la asistencia al viejo Yankee Stadium y la asistencia junto con Dos Santos y Croes Landaeta a un sitio donde se presentaban las estrella de la Fania en pleno y que sale en la película de Hector Lavoe. Me seguiré acordando.
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